Normalmente cuando las cosas van bien, se dice que lo mejor es no cambiar. En el caso de los negocios y su gestión, consideramos que lo ideal no es cambiar por cambiar, sino evolucionar.

Ocurre que cuando un negocio nace, requiere de unos servicios que pueden estar bien atendidos los primeros años por la asesoría que en su momento se decidió como la más adecuada por precio y prestaciones. Pero debido al papel tan importante que un gestor/asesor juega en la vida de los negocios, es importante que cada cierto tiempo, se haga un análisis de cómo ha ido evolucionando el servicio que nos prestan en relación al crecimiento de nuestra empresa.

Hay una serie de cuestiones que hay que plantearse para saber si ha llegado el momento de cambiar de asesoría, o simplemente reunirnos con nuestro gestor habitual para ampliar los servicios que tenemos contratados.

Quizás hemos comenzado a contratar trabajadores y vemos necesario asesoramiento laboral, vemos como la digitalización que ya se ha implantado en las relaciones con la Administración no ha llegado aún a nuestra asesoría, o simplemente no vemos colmadas nuestras expectativas en materia de asesoramiento.

En otro orden de cosas estarían ya errores frecuentes en la gestión de nuestra relación con Hacienda, problemas de comunicación o disconformidad con la cuota que pagamos mensualmente en relación al servicio recibido.

Cambiar de asesoría es más fácil de lo que a priori pueda parecer. ¿Cuándo es el mejor momento? Sin duda, el mes de enero que es cuando se inicia el ejercicio fiscal. En este proceso no tendrás que preocuparte más de lo necesario ya que tu nuevo asesor se encargará de gran parte del proceso de traspaso.

Pero la pregunta clave es:

¿Qué asesoría es la que más me conviene?

Consideramos que hay que tener en cuenta dos aspectos:

  1. Nos interesa que no sea un mero tramitador de impuestos o de documentos. Deben informarnos siempre de lo último en la normativa aplicable a nuestro negocio, para de esa manera ayudar en nuestro crecimiento y rentabilidad.
  2. Ajustar nuestras necesidades exactamente a los servicios que nos prestan. Ni más (estaríamos pagando por servicios que no necesitamos) ni menos (estaríamos ahorrando dinero a costa de no estar cubiertos en alguna cuestión relevante).

Por tanto, si es algo que te estás planteando, puede ser el mejor momento.